La vida llega, llega, llega...
Como la luna. ¿no veis la luna?
A temporadas parece que no está,
pero está siempre
(me lo enseñaron en el colegio).
Y sin embargo, algunas noches
luce más fuerte, o refleja luz,
y entonces la noche rompe,
“el día se echa encima”
y veo el sendero y sé caminar.
La vida llega, llega, y llega.
La vida y la Palabra se hacen carne
en un portal.
Y canta el cielo y canto yo:
pero sigo sin entenderlo,
no es posible tanto amor, este misterio...
Una familia, y los pastores, y reyes extranjeros.
Ya no hay desierto.
Un niño oasis donde descansar.
La vida llega, llega, me llega:
tengo en mis manos, en un abrazo
la fórmula para cambiar
que no nos entendamos.
Tengo en mi casa, en mis hermanos,
bajo mi techo, en el corazón
la vida misma, Dios hecho carne,
Dios con nosotros,
Dios entregado.
Y ya está.
La vida llega: siempre es Adviento,
y siempre llega. Y llega. Y llega.
Me has dado un alma
con la que esperar...
La vida llega. La vida es más.
Para ir dejando escrito las rimas y ritmos que vayan revolando por mi cabeza y mi corazón.
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27 | Es tiempo de empezar
Para Sergio y los animadores de la PJV
Es tiempo de empezar,
calentar la estancia,
tiempo de arrancar aventura nueva,
de iniciar camino, de no andar a tientas,
de tender la mano
y seguir tu senda.
Es tiempo de empezar,
de templar hogares,
de salir al paso, de sembrar las tierras,
de recolectar lo que ya creció,
de buscar tu sombra
y mirar de cerca.
Es tiempo de empezar,
de coger las riendas,
de decir a todos que hay que abrir las puertas,
que entren en tu casa,
que vivan y crezcan.
Es tiempo de empezar.
La vida comienza…
Es tiempo de empezar,
calentar la estancia,
tiempo de arrancar aventura nueva,
de iniciar camino, de no andar a tientas,
de tender la mano
y seguir tu senda.
Es tiempo de empezar,
de templar hogares,
de salir al paso, de sembrar las tierras,
de recolectar lo que ya creció,
de buscar tu sombra
y mirar de cerca.
Es tiempo de empezar,
de coger las riendas,
de decir a todos que hay que abrir las puertas,
que entren en tu casa,
que vivan y crezcan.
Es tiempo de empezar.
La vida comienza…
26 | Tú eres pregunta
A Olalla, RMI; paz en medio de noche oscura
Tu eres pregunta,
la única pregunta
que no fue planteada,
la única duda resuelta.
Eres la montaña
para ver horizontes,
la atalaya,
eres luna clara
en medio de la noche,
en ninguna parte.
Aún eres pregunta:
y no sé responderme,
aún no sé decir por qué me amas,
yo, imperfección alada
que viene de una historia,
que carga con mil faltas,
que vive sin vivirte,
que sabe que te busca,
que intuye que no callas…
Son tantos, tantos hombres que te buscan
y no saben ponerte por palabras…
Ahora que me pierdo,
que las olas baten fuerte
mi costa desgastada.
Ahora que me marcho,
que no encuentro salida,
que me alejan de tu abrazo,
sí,
ahora que te sé más cercano,
sólo ahora,
suéname en mil notas,
cántame y enseña
que tú eres lo primero,
que no hay folios, ni saberes,
ni juegos, ni mil cartas
que superen que nos sueñas,
imperfectos, pero en calma…
Tu eres pregunta,
la única pregunta
que no fue planteada,
la única duda resuelta.
Eres la montaña
para ver horizontes,
la atalaya,
eres luna clara
en medio de la noche,
en ninguna parte.
Aún eres pregunta:
y no sé responderme,
aún no sé decir por qué me amas,
yo, imperfección alada
que viene de una historia,
que carga con mil faltas,
que vive sin vivirte,
que sabe que te busca,
que intuye que no callas…
Son tantos, tantos hombres que te buscan
y no saben ponerte por palabras…
Ahora que me pierdo,
que las olas baten fuerte
mi costa desgastada.
Ahora que me marcho,
que no encuentro salida,
que me alejan de tu abrazo,
sí,
ahora que te sé más cercano,
sólo ahora,
suéname en mil notas,
cántame y enseña
que tú eres lo primero,
que no hay folios, ni saberes,
ni juegos, ni mil cartas
que superen que nos sueñas,
imperfectos, pero en calma…
21 | No soy hijo único
No soy hijo único. No lo soy.
Que mi Dios me ha regalado una familia
llena de hermanos.
Caminos que se cruzan y se van cruzando,
hermanitos y hermanitas
para ir riendo, saltando, sufriendo,
disfrutando de una vida
que merece nuestro canto.
No soy hijo único. No lo soy.
Sois mis hermanos, que os he visto crecer,
aprendiendo a compartir y dar la mano.
Y si la familia está lejos
como el mar, que va y que viene,
yo la espero en la orilla,
y seguiré esperando. Da igual
donde estemos. Da igual.
Dondequiera que vayáis,
os seguiré queriendo, a pesar de riñas
o momentos malos.
No soy hijo único. No lo soy.
Os echo de menos tanto…
Que mi Dios me ha regalado una familia
llena de hermanos.
Caminos que se cruzan y se van cruzando,
hermanitos y hermanitas
para ir riendo, saltando, sufriendo,
disfrutando de una vida
que merece nuestro canto.
No soy hijo único. No lo soy.
Sois mis hermanos, que os he visto crecer,
aprendiendo a compartir y dar la mano.
Y si la familia está lejos
como el mar, que va y que viene,
yo la espero en la orilla,
y seguiré esperando. Da igual
donde estemos. Da igual.
Dondequiera que vayáis,
os seguiré queriendo, a pesar de riñas
o momentos malos.
No soy hijo único. No lo soy.
Os echo de menos tanto…
16 | Si me fuera
Después del accidente aéreo de Madrid, ante la muerte...
Si me fuera
quiero que sepas que te quiero,
que no guardo rencores o miserias,
que la vida me dio lo que buscaba
y tú estabas en ella.
Si me fuera
porque el destino lo fijó
o Dios lo quiso
o si el viaje se truncó en la salida,
no estéis tristes, no miréis atrás llorando,
que el camino que hay delante os necesita.
Ya me he ido,
una cálida tarde de verano,
Ya me he ido,
no sé cómo pasó
ni quién lo quiso.
Os abrazo.
Llorad para cerrar la herida.
Si me fuera
quiero que sepas que te quiero,
que no guardo rencores o miserias,
que la vida me dio lo que buscaba
y tú estabas en ella.
Si me fuera
porque el destino lo fijó
o Dios lo quiso
o si el viaje se truncó en la salida,
no estéis tristes, no miréis atrás llorando,
que el camino que hay delante os necesita.
Ya me he ido,
una cálida tarde de verano,
Ya me he ido,
no sé cómo pasó
ni quién lo quiso.
Os abrazo.
Llorad para cerrar la herida.
14 | Salmo de enero
Si miras al vacío, entre la niebla,
y la única guía para hacer camino es otra gente.
O no nieva, o nieva, o llueve
y no caminas, no puedes seguir adelante…
O el Sol te abrasa, tú desesperas,
pero hay hermanos que te siguen y comparten
la fatiga o tu alegría o las tristezas.
Si sales a la calle como un día cualquiera
y tu única ilusión para seguir es verla a ella.
Si compras flores para que alegren
la cara de tu madre, ajada, pero de sonrisa sincera;
o vives solo y ves el mundo por la ventana
o por la tele y disfrutas de la charla corta de la escalera.
Si te llena cada minuto con los amigos,
y con los niños, y con la gente;
si compras el pan enfrente y saludas al tendero,
hablas del tiempo, te das la vuelta, sonríes luego,
y vas a casa y piensas: qué suerte tengo.
Si vives en tu pueblo, o en tu aldea,
y te conocen y les conoces,
y les ayudas a sembrar eras, o a quitar nieve,
o a hacer la cena…
Si descubres todo esto, has descubierto,
hermano mío, la única vocación cierta:
Dios te espera en la acera de enfrente,
en el abrazo, en la sonrisa sincera,
en el juego del niño, en el vecino que habla
y no te deja echar la siesta,
en el amigo, en quien tú amas, en quien te ama,
en el hermano, en la familia, en el barbero
o en el guardia de quien te acuerdas
cuando quitas el papel rosa que te ha dejado en la furgoneta.
Dios te espera en el otro, porque la vocación es esa,
que Dios nos llama a no estar solos,
a vivir juntos y reír y llorar con el otro,
y vivirle y sentirle, y juntos llevar Su luz.
Que Dios nos llama, seas gran río o gota quieta,
a no salvarnos solos, a amar al otro, a tender puentes
y manos, a ensanchar el corazón,
a amar sin tregua…
y la única guía para hacer camino es otra gente.
O no nieva, o nieva, o llueve
y no caminas, no puedes seguir adelante…
O el Sol te abrasa, tú desesperas,
pero hay hermanos que te siguen y comparten
la fatiga o tu alegría o las tristezas.
Si sales a la calle como un día cualquiera
y tu única ilusión para seguir es verla a ella.
Si compras flores para que alegren
la cara de tu madre, ajada, pero de sonrisa sincera;
o vives solo y ves el mundo por la ventana
o por la tele y disfrutas de la charla corta de la escalera.
Si te llena cada minuto con los amigos,
y con los niños, y con la gente;
si compras el pan enfrente y saludas al tendero,
hablas del tiempo, te das la vuelta, sonríes luego,
y vas a casa y piensas: qué suerte tengo.
Si vives en tu pueblo, o en tu aldea,
y te conocen y les conoces,
y les ayudas a sembrar eras, o a quitar nieve,
o a hacer la cena…
Si descubres todo esto, has descubierto,
hermano mío, la única vocación cierta:
Dios te espera en la acera de enfrente,
en el abrazo, en la sonrisa sincera,
en el juego del niño, en el vecino que habla
y no te deja echar la siesta,
en el amigo, en quien tú amas, en quien te ama,
en el hermano, en la familia, en el barbero
o en el guardia de quien te acuerdas
cuando quitas el papel rosa que te ha dejado en la furgoneta.
Dios te espera en el otro, porque la vocación es esa,
que Dios nos llama a no estar solos,
a vivir juntos y reír y llorar con el otro,
y vivirle y sentirle, y juntos llevar Su luz.
Que Dios nos llama, seas gran río o gota quieta,
a no salvarnos solos, a amar al otro, a tender puentes
y manos, a ensanchar el corazón,
a amar sin tregua…
12 | Los árboles de la Ribera
A los confirmados. 14 de febrero de 2009.
Los árboles de la Ribera se inclinan para mirar.
La gente, con pies de seda
que ríe.
El viento sopla.
Rojo y blanco en el altar.
Mil ladrillos de colores
reconstruyen un lugar
tirado por la tristeza.
Y otra risa más.
Suenan acordes:
llévame donde los hombres
necesiten caminar.
Entran los pies de seda
y se sientan, ¿lo notáis?…
La brisa sopla.
El viento susurra una canción de once latidos
y las manos extendidas, y al orar,
solo el Espíritu.
Brotes de Olivo.
"¿Me escucháis?
Sólo soy yo: mi lágrima os intenta abrazar.
Habéis crecido.
Habéis amado.
Habéis llorado.
Habéis reído."
"¿Me escucháis?
Soy vuestro Dios...
Mi viento sopla…
Para siempre: sois elegidos."
Y somos juntos.
Y soy contigo.
Los árboles de la Ribera se inclinan para mirar.
La gente, con pies de seda
que ríe.
El viento sopla.
Rojo y blanco en el altar.
Mil ladrillos de colores
reconstruyen un lugar
tirado por la tristeza.
Y otra risa más.
Suenan acordes:
llévame donde los hombres
necesiten caminar.
Entran los pies de seda
y se sientan, ¿lo notáis?…
La brisa sopla.
El viento susurra una canción de once latidos
y las manos extendidas, y al orar,
solo el Espíritu.
Brotes de Olivo.
"¿Me escucháis?
Sólo soy yo: mi lágrima os intenta abrazar.
Habéis crecido.
Habéis amado.
Habéis llorado.
Habéis reído."
"¿Me escucháis?
Soy vuestro Dios...
Mi viento sopla…
Para siempre: sois elegidos."
Y somos juntos.
Y soy contigo.
11 | Hay ventana
En mi primera noche en Salamanca
Hay ventana, discreta
a los libros.
Ventana altanera al oro de la tarde.
Hay un mundo, una barca,
una vela que lleva este barco
hacia adelante.
Un maestro que mira al maestro.
Y recuerda.
Recuerda un campo, estrellas,
recuerda una noche en la Peña.
Y abrazos, sonrisas.
Más estrellas:
Recuerda los cantos,
los niños, los gritos.
Recuerda Santa Teresa.
Recuerda la gente,
la vida. Y Su vida entregada,
en el pan, sincera.
Y acabaron las penas.
Cambiar la mirada.
Unas manos, un lirio,
custodias, estolas.
Cambiar la mirada
y abrir la puerta.
Bendita Hermandad.
Hay ventana, discreta:
un camino que lleva a una puerta
que lleva a una vida nueva.
Hay ventana, altanera.
El Tormes que baja
no deja dormir la siesta.
“Despierta y, atento, camina
que te han llamado
y el Reino no espera”.
Hay ventana, discreta
a los libros.
Ventana altanera al oro de la tarde.
Hay un mundo, una barca,
una vela que lleva este barco
hacia adelante.
Un maestro que mira al maestro.
Y recuerda.
Recuerda un campo, estrellas,
recuerda una noche en la Peña.
Y abrazos, sonrisas.
Más estrellas:
Recuerda los cantos,
los niños, los gritos.
Recuerda Santa Teresa.
Recuerda la gente,
la vida. Y Su vida entregada,
en el pan, sincera.
Y acabaron las penas.
Cambiar la mirada.
Unas manos, un lirio,
custodias, estolas.
Cambiar la mirada
y abrir la puerta.
Bendita Hermandad.
Hay ventana, discreta:
un camino que lleva a una puerta
que lleva a una vida nueva.
Hay ventana, altanera.
El Tormes que baja
no deja dormir la siesta.
“Despierta y, atento, camina
que te han llamado
y el Reino no espera”.
07 | Dame tu mano de guitarra
Dame tu mano de guitarra para, agarrado a Ti,
cantar a todos los hombres que eres posible.
Dame mil manos de colores para construir,
para construirte y reinventarte cada día,
para saberte cerca, cercano, humilde…
Confío en ti, y nada ni nadie lo cambian.
Dame tu voz de zarza ardiente para gritar,
para gritar tu Palabra, para poner en mi voz
tu sabiduría, para despertar al que dormía
y ahora vela, esperándote.
Dame tu gracia, dame tu abrazo, dame la vida
para entregarla.
Confío en Ti, ni el tiempo ni el espacio lo cambian.
Dame tu olor de gran casa, dame tu calor
para abrigar al que camina a la intemperie.
Dame tu fuego, el que me arde dentro,
el me llama y nos llama a salir de aquí,
a ir por desiertos, veredas y ríos,
cantando, de nuevo, que me sedujiste
y me dejé seducir, para decirles que
confío en Ti, ni mil caídas lo cambian.
Dame brazos, que hacen falta, para levantar
piedra a piedra, un templo nuevo,
lejos de palacios y catedrales, cerca del pueblo.
Dame las llaves como a Pedro, pero para abrir cadenas,
para dejar aquello que nos ata, para ser libres,
libres para amar, libres para sentir, libres para servir.
Confío en Ti, ni siquiera las dudas lo cambian.
Dame tu risa, para compartirte, para tocarte en los demás,
para sentirte.
Confío en Ti porque voy ciego, porque te necesito,
porque me haces caminar, porque vas al lado,
y te siento.
Confío en Ti porque te veo.
cantar a todos los hombres que eres posible.
Dame mil manos de colores para construir,
para construirte y reinventarte cada día,
para saberte cerca, cercano, humilde…
Confío en ti, y nada ni nadie lo cambian.
Dame tu voz de zarza ardiente para gritar,
para gritar tu Palabra, para poner en mi voz
tu sabiduría, para despertar al que dormía
y ahora vela, esperándote.
Dame tu gracia, dame tu abrazo, dame la vida
para entregarla.
Confío en Ti, ni el tiempo ni el espacio lo cambian.
Dame tu olor de gran casa, dame tu calor
para abrigar al que camina a la intemperie.
Dame tu fuego, el que me arde dentro,
el me llama y nos llama a salir de aquí,
a ir por desiertos, veredas y ríos,
cantando, de nuevo, que me sedujiste
y me dejé seducir, para decirles que
confío en Ti, ni mil caídas lo cambian.
Dame brazos, que hacen falta, para levantar
piedra a piedra, un templo nuevo,
lejos de palacios y catedrales, cerca del pueblo.
Dame las llaves como a Pedro, pero para abrir cadenas,
para dejar aquello que nos ata, para ser libres,
libres para amar, libres para sentir, libres para servir.
Confío en Ti, ni siquiera las dudas lo cambian.
Dame tu risa, para compartirte, para tocarte en los demás,
para sentirte.
Confío en Ti porque voy ciego, porque te necesito,
porque me haces caminar, porque vas al lado,
y te siento.
Confío en Ti porque te veo.
01 | Habitaciones
Habitaciones:
vuestros corazones sean
habitaciones para los otros,
salas de estar,
lugares de descanso con un buen sillón
donde respirar, dormir y descansar.
Que seais casa para el que no tiene hogar,
y el alma os sonría
y sonría al mundo.
Templo de Dios:
que vuestro cuerpo sea ahora
templo de Dios para Él,
que os ama.
Que nunca cerréis la puerta
que no apaguéis la zarza ardiente
y el Buen Señor
encuentre en vosotros
donde morar.
Un arbol suave:
vuestra vida es ya un arbol suave
donde algunos nos cobijamos
para mirar al cielo abierto.
Ramas y hojas entretejidas
con la raiz en la alegría
que os da vivir.
Que os da vivir con los demás…
Os necesito:
No es un sueño ni una manía;
os necesito al caminar.
Y necesito vuestra sonrisa
y vuestra mano junto a la mía.
Y dondequiera que vayais
llevadle Él, y Él con vosotros,
jamás os dejará…
vuestros corazones sean
habitaciones para los otros,
salas de estar,
lugares de descanso con un buen sillón
donde respirar, dormir y descansar.
Que seais casa para el que no tiene hogar,
y el alma os sonría
y sonría al mundo.
Templo de Dios:
que vuestro cuerpo sea ahora
templo de Dios para Él,
que os ama.
Que nunca cerréis la puerta
que no apaguéis la zarza ardiente
y el Buen Señor
encuentre en vosotros
donde morar.
Un arbol suave:
vuestra vida es ya un arbol suave
donde algunos nos cobijamos
para mirar al cielo abierto.
Ramas y hojas entretejidas
con la raiz en la alegría
que os da vivir.
Que os da vivir con los demás…
Os necesito:
No es un sueño ni una manía;
os necesito al caminar.
Y necesito vuestra sonrisa
y vuestra mano junto a la mía.
Y dondequiera que vayais
llevadle Él, y Él con vosotros,
jamás os dejará…
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