Dame tu mano de guitarra para, agarrado a Ti,
cantar a todos los hombres que eres posible.
Dame mil manos de colores para construir,
para construirte y reinventarte cada día,
para saberte cerca, cercano, humilde…
Confío en ti, y nada ni nadie lo cambian.
Dame tu voz de zarza ardiente para gritar,
para gritar tu Palabra, para poner en mi voz
tu sabiduría, para despertar al que dormía
y ahora vela, esperándote.
Dame tu gracia, dame tu abrazo, dame la vida
para entregarla.
Confío en Ti, ni el tiempo ni el espacio lo cambian.
Dame tu olor de gran casa, dame tu calor
para abrigar al que camina a la intemperie.
Dame tu fuego, el que me arde dentro,
el me llama y nos llama a salir de aquí,
a ir por desiertos, veredas y ríos,
cantando, de nuevo, que me sedujiste
y me dejé seducir, para decirles que
confío en Ti, ni mil caídas lo cambian.
Dame brazos, que hacen falta, para levantar
piedra a piedra, un templo nuevo,
lejos de palacios y catedrales, cerca del pueblo.
Dame las llaves como a Pedro, pero para abrir cadenas,
para dejar aquello que nos ata, para ser libres,
libres para amar, libres para sentir, libres para servir.
Confío en Ti, ni siquiera las dudas lo cambian.
Dame tu risa, para compartirte, para tocarte en los demás,
para sentirte.
Confío en Ti porque voy ciego, porque te necesito,
porque me haces caminar, porque vas al lado,
y te siento.
Confío en Ti porque te veo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario