En mi primera noche en Salamanca
Hay ventana, discreta
a los libros.
Ventana altanera al oro de la tarde.
Hay un mundo, una barca,
una vela que lleva este barco
hacia adelante.
Un maestro que mira al maestro.
Y recuerda.
Recuerda un campo, estrellas,
recuerda una noche en la Peña.
Y abrazos, sonrisas.
Más estrellas:
Recuerda los cantos,
los niños, los gritos.
Recuerda Santa Teresa.
Recuerda la gente,
la vida. Y Su vida entregada,
en el pan, sincera.
Y acabaron las penas.
Cambiar la mirada.
Unas manos, un lirio,
custodias, estolas.
Cambiar la mirada
y abrir la puerta.
Bendita Hermandad.
Hay ventana, discreta:
un camino que lleva a una puerta
que lleva a una vida nueva.
Hay ventana, altanera.
El Tormes que baja
no deja dormir la siesta.
“Despierta y, atento, camina
que te han llamado
y el Reino no espera”.
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