Manuel

Manuel era un cura, un curilla de Tortosa, uno de tantos. Nació el 1 de abril de 1836, en una familia muy sencilla, hijo de un tonelero, una luminosa mañana de Pascua.
Con 24 años, después de 9 de seminarista, es ordenado sacerdote en su ciudad.
En seguida comienza a trabajar, sin parar, lanzado a todos los campos, como decía él.
Era párroco, confesor de monjas, levantó tres conventos de clausura…

Le ofrecieron ser profesor del Instituto, y aceptó. Y encontró en los jóvenes uno de esos campos, un campo esperando a que alguien lo cuide para dar fruto. Así que levantó un Centro para jóvenes y fundó una revista, ‘El Congregante’.

Y un paseo le cambió la vida. Porque en uno de esos paseos, bajo el Arco del Romeo, se encontró a otro joven, pero este seminarista: Ramón Valero. Vivía en una buhardilla, con otros tres seminaristas, viviendo de limosnas y comiendo las sobras de los vecinos. Y es que la revolución que echó del trono a Isabel II destrozó también el seminario de Tortosa, y los querían seguir siendo curas y no tenían dinero malvivían por la ciudad.
Siete meses después abría la casa de San José acogiendo a 24 seminaristas. Seis años después acogía a 300 en su obra: el Colegi de Vocacions de Sant Josep. Pero don Manuel pensaba que su trabajo con los jóvenes, su trabajo con los seminaristas y su devoción a la Eucaristía iban a permanecer más allá de él, y que había que darle una consistencia…

Otra fecha importante. Un 29 de enero de 1883, después de celebrar la Eucaristía, rezando, ‘se le inspiró’ (dicen las crónicas) que esa obra se llamaría Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús. El 17 de mayo, el Obispo les aprueba y, tras muchos problemas, termina siendo aprobada en Roma…

Manuel cuidó, sonrió, ayudó, trabajó… Su corazón viajero estaba cansado, y aunque le quedaba mucho por hacer, Dios lo llamó y se durmió para siempre, para seguir soñando, un 25 de enero de 1909. Su Hermandad la componían ese día 75 operarios, que trabajaban en 10 colegios de vocaciones, 17 seminarios, 2 templos de reparación y el Colegio Español de Roma. Pablo VI lo llamó “Santo Apóstol de las Vocaciones” y Juan Pablo II lo declaró Beato en 1987.

Como quedaba mucho por hacer, los operarios siguieron trabajando, se hicieron cargo de numerosos seminarios diocesanos… Uno de ellos, el de Valladolid. En la decada de 1960, cerca de ese seminario, se levanta un nuevo barrio, y su Parroquia, dedicada a Santa Teresa de Jesús, es encomendada a la Hermandad de don Manuel. Y en 1984, este que escribe es bautizado allí, y siguió creciendo con Jesús, y se confirmó un 17 de noviembre de 2001.
Conoce la Hermandad, le apasiona su trabajo con los jóvenes; y uno de los sucesores de Manuel, Esteban, le invita a un Campamento.

El Reguero cambia la vida a cualquiera, y a mí me hizo sentirme persona por primera vez en muchos años. Encontré allí amigos, amores y desamores. Y encontré allí que Dios llama de maneras muy raras, y a mí me invitaba a embarcarme en la locura de ser uno de los Operarios de Manuel, uno de los 815 que han sido operarios en este siglo y cuarto.
En el verano de 2007, después de cinco trabajando en la Pastoral Juvenil-Vocacional de la Hermandad, pedí al Delegado en España que me admitiera a seguir un proceso de discernimiento en la Hermandad, y tras pasar un año como Aspirante coordinando la Pastoral de la Parroquia de Santa Teresa mientras terminaba Magisterio, el 27 de septiembre de 2009 entraba en el Aspirantado Maestro Ávila de Salamanca.
Desde allí escribo este blog, siendo estudiante de Teología en la Pontificia, catequista de la Parroquia de San Pablo, ayudante de Entre Amigos y monitor de El Reguero…

Que soñéis y sonriáis siempre…


Manuel soñó
con días de Sol en cien mil lugares.
Un corazón siempre de viaje…
Días de Sol que arranquen penas,
manos tendidas,
puertas abiertas…
Queremos días de Sol.